Catalina: una historia de lucha y resiliencia

Desde que Catalina nació, la vida le presentó desafíos. Su madre, muy joven y sin recursos, la entregó en adopción a sus tíos, quienes le brindaron amor y cuidados. Pero a los ocho años, su madre biológica regresó por ella con la promesa de llevarla a Reino Aventura, un sueño infantil que terminó en pesadilla.

Al llegar a la Ciudad de México, Catalina encontró una realidad dura: pobreza, carencias y, lo peor, un padrastro que aprovechó su vulnerabilidad. Con amenazas y miedo, él la sometió a abusos que marcaron su infancia, mientras su madre, lejos de protegerla, ignoraba su sufrimiento. Años después, Catalina entendería que su madre también enfrentaba una batalla silenciosa: un padecimiento mental no diagnosticado debido a la falta de recursos para recibir atención médica.

Crecer entre violencia y miedo la llevó a creer que todo era normal, que el silencio era su única opción. Hasta que un día, con valentía, llamó a sus padres adoptivos en Ciudad Valles y pidió ayuda. En cuanto pudieron, la rescataron, y con ello, le devolvieron la oportunidad de empezar de nuevo.

Con ganas de comerse el mundo, Catalina se casó joven y tuvo una hija. Sin embargo, la relación no funcionó y se separó. Con el tiempo, conoció al hombre que hoy es su esposo, quien la ha impulsado a sanar, a recuperar su confianza y a construir su propio negocio.

Hoy, Catalina es madre, emprendedora y una mujer que ha transformado su dolor en fortaleza. Su historia no es solo una más; es el reflejo de miles de mujeres que han enfrentado la violencia y han encontrado la manera de salir adelante.

En este Día Internacional de la Mujer, su testimonio nos recuerda por qué seguimos luchando: para que ninguna niña tenga que callar, para que ninguna mujer tenga que sobrevivir al miedo, para que la violencia deje de ser parte de nuestra historia.

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